poesía



LOS DIOSES ENTRE NOSOTROS

Siempre tengo con migo mis penates.
De Atenea Ojizarca,
Protectora de los Héroes,
Nunca salgo sin esta estampa
Para la protección y la buena suerte.

En la esquina hay un hombre
Con sombrero de ala ancha,
Es Hermes Psicagogo
‘el Conductor de almas’.
En la vereda hay una perra
Pelada de sarna,
Sucia, sanguiolenta y encorvada
Es una Erinia que todavía me persigue,
Apartada de su corte
Está perdida y acabada.

Antes pensaba en el Trébol,
En la Mariposa y en la Brújula.
Ahora pienso en el León y en el Puente,
En el Fuego abrazador
Y en la Maza destructora,
En San Jorge y el Dragón
Y en el Arcano once,
La Fuerza

Cruzá los dedos
Cuando pasa una chica linda,
Hacé los cuernos
Cuando pasa una gitana,
Cruzá los dedos y hacé los cuernos
Cuando pasa una gitana linda.

Los Gemelos están sentados
En el banco de aquella plaza.
Ishtar baila en un cabaret

La última danza.
EL TERROR A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS
(publicada en la LULE LE LELE #13)

(…) la técnica, el contenido narrativo y la evolución de las películas de una nación son única y totalmente comprensibles en relación con el auténtico perfil psicológico que caracteriza a ese país[1].

En contraste con la glorificación de los “valores familiares” del cine dominante, Cronenberg comparte la visión de J. G. Ballard y R. D. Laing sobre la familia como fuente de psicosis. El proceso de socialización produce locura. Tal como escribe Philip Larkin en su poema “This Be the Verse [Esto será el verso]”, “Ellos te joden, tu mamá y tu papá”. Ellos también lo hartan a uno, produciendo una rabia que es “primitiva, casi fetal, casi informe… [las recién paridas] criaturas del inconsciente, que convierten en físico lo mental”[2].

     El género llamado “terror” como lo conocemos hoy en día, se origina principalmente en la novela gótica y el melodrama escénico inglés. Si bien podemos reconocer elementos de fantasía y de terror a lo largo de toda la historia de las artes narrativas occidentales (desde la literatura griega en adelante), la intención de generar espanto y miedo como elemento central de la obra, comienza a darse en la ficción literaria de mediados del siglo XVIII.
     La literatura de terror, como también la ciencia ficción, el policial y otros géneros populares tienen su auge hacia fines del siglo XIX, con el surgimiento de los pulps: publicaciones muy baratas que gracias a la reducción del analfabetismo y otras conquistas sociales, se convierten en fenómeno de masas hasta la década del ’50 aproximadamente[3].
     El terror en el cine alcanza su primer punto culminante en los años 20s, en la Alemania inmediatamente anterior al nazismo. Lo que da en llamarse cine expresionista (que incluye también otros géneros) comienza con El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1919).
     Los períodos de máximo desarrollo y originalidad del terror coinciden con épocas de grandes crisis sociales. El Horror Film tiene una capacidad mucho mayor que el cine legitimado, para tratar de forma contundente, los temas relacionados con las frustraciones, las fantasías, los miedos y las neurosis de nuestra sociedad. Películas como Frankenstein (J. Whale, 1931), Terminator (J. Cameron, 1984) y Matrix (A. y L. Wachowski, 1999) forman una verdadera saga en lo que se refiere al tratamiento de las catástrofes sociales producidas desde las revoluciones industriales hasta el auge del mundo virtual que nos abruma en el presente[4]. Directores como Cronenberg transforman la metáfora en realidad sensible en películas como Scanners (1981), Rabid (1977), Shivers (1975), The Brood (1979), Videodrome (1983), etcétera[5].
     El último gran boom del género se está dando en estos años con el llamado terror japonés. Filmes que son inmediatamente reversionados por Hollywood, muestran un mundo de individuos segregados y atestados de una tecnología que se convierte en vehículo de fuerzas aterradoramente destructivas.

El caso Caligari
     El doctor Caligari es un psiquiatra psicópata que hipnotiza a Cesare, un enfermo mental, para cometer asesinatos. La película es abiertamente subversiva y antisistema. Plantea la idea de que la autoridad, el estado, pueden ser malvados y manipuladores. Cesare representaría al hombre común, manejado por esa autoridad, en la época mediante el servicio militar obligatorio principalmente, hoy con técnicas más sutiles pero no menos efectivas.
     Erich Pommer, director de la Decla-Bioscop, más tarde, jefe de producción de la UFA, aceptó el guión; la calidad artística y el sentido comercial, pesaron más que las posibles lecturas subversivas. Luego de que Fritz Lang rechazara la dirección, para terminar con compromisos anteriores, Robert Wiene se hace cargo del proyecto. Se decide una modificación en el argumento con vistas a alivianar la carga de atrocidades de la idea original, escrita por Hans Janowitz y Carl Mayer: agregar un prólogo y un epílogo para reducir las aberraciones de Caligari al desvarío de un demente. La película comienza con dos internos conversando en el patio de un manicomio. Uno de ellos es Francis, quien comienza a contar la historia del malvado doctor. Cambio de plano mediante, pasamos al lugar donde se desarrolla esta historia, que termina con la captura del criminal en el psiquiátrico que dirigía. Entonces volvemos al patio, a la “realidad”, donde nos encontramos otra vez con Caligari, quien promete curar al enfermo.
     A pesar de las protestas de los escritores, la película quedó reducida en apariencia, a un discurso casi reaccionario: la autoridad es legitimada y el héroe convertido en un insano; no obstante conserva su sentido original como la fantasía de un loco.
     El estilo expresionista en los decorados[6]: arquitecturas imposibles, ruptura de la perspectiva, sombras deformadas; en la estética de los intertítulos; en la caracterización de los personajes: maquillajes, vestuario; en el mobiliario, etcétera, resulta inmejorable para representar el mundo interno de un loco. Lo más curioso es que al volver al mundo “real”, esa realidad es un manicomio y la estética se mantiene[7].
     Caligari es el punto inicial del expresionismo en el cine, siguiendo obras precursoras como El estudiante de Praga (P. Wegener, 1913) y El Golem (P. Wegener, 1915), dando origen a una lista de grandes tiranos: Nosferatu, una sinfonía del terror (F. W. Murnau, 1921), Doctor Mabuse (F. Lang, 1922), los señores de Metrópolis (F. Lang, 1927) y su infame mujer robot; sin dejar de lado a los no menos tétricos tiranos reales, desde Hitler a Bush. Es una obra clásica: da cuenta de su época además de ser inquietantemente premonitoria y universal.



Ficha técnica:
Das Kabinett des Dr. Caligari (El gabinete del Dr. Caligari, 1919) Producción: Decla-Bioskop; Productor: Erich Pommer; Dirección: Robert Wiene; Guión: Hans Janowitz, Carl Mayer; Fotografía: Willy Hamesiter; Decorados: Herman Warm, Walter Rohrig, Walter R. Reinmann; Intérpretes: Werner Krauss, Conrad Veidt, Lil Dagover, Fritz Friedrich Feher, Rudolf Flin-Rogge; Sala y fecha de estreno: s.d.; Duración: 90’.


     A pesar de levantamientos socialistas en varias ciudades, a fines de 1918, se proclama la República por el ala derecha del partido socialdemócrata. En enero de 1919, las sublevaciones sindicales son reprimidas y los sectores populares se adhieren a las facciones reaccionarias del gobierno. La revolución socialista devino burguesa. La situación en que quedó Alemania al término de la 1ª Guerra Mundial, sumió a la población (principalmente a la burguesía) en un estado de frustración y resentimiento: derrota militar y tratado de Versalles por el cual cedía territorios, reducía el ejército y debía indemnizar económicamente a otros países dañados. En 1920, Hitler funda el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (NAZI). Tras el golpe de Munich, en 1923, cae preso y el partido nazi es declarado ilegal. A partir de la crisis del ’29, su propuesta comienza a tener éxito. En 1933 es proclamado Primer Ministro[8].

     Para contrarrestar la campaña antigermana llevada a cabo en el extranjero, el Alto Comando Alemán junto con financistas, industriales y armadores, fusionan un conjunto de productoras, creando en 1917, la Universum Film A. G. (UFA). Tras la caída del káiser y la derrota, el Deusche Bank adquiere la mayoría de las acciones. A pesar de convertirse en una empresa privada, la UFA continúa con los planes propagandísticos de sus creadores, agregando una intención más comercial y dejando en claro su posición antisocialista. Son concientes de la necesidad de elevar el nivel de calidad para hacer frente a la competencia extranjera. La Decla-Bioscop pertenece a la misma política[9].





[1] Sigfried Kracauer, De Caligari a Hitler.
[2] Linda Kauffman, “La abyección surrealista de David Cronenberg” en Malas y perversos.
[3] Román Gubert, Las raíces del miedo.
[4] Gabriel Lewin, “Homo tecnicus o las maquinaciones del cuerpo”.
[5] Kauffman, op. cit.
[6] Toda la escenografía son telones pintados. Según Lote Eisner en La pantalla diabólica, la elección se debió a la falta de presupuesto.
[7] Kracauer, op. cit.
[8] HISTORIA UNIVERSAL, Colegio Nacional Buenos Aires-Página 12. Fascículos 45-47.
[9] Kracauer, op. cit.
Sábados de 13 a 15 por www.ciclopradio.com.ar

LA TIERRA INCOMPLETA
(inédita)

     La realidad, tal como la percibimos los seres humanos, es irreproducible. Y la realidad tal cual es, no solo es irreproducible, si no que jamás llegaremos a percibirla. Producir un texto que pretenda representar lo real, ya sea una pintura, una narración o una fotografía, implica necesariamente, un recorte y una transformación de esa realidad. El film documental no es una excepción. El camarógrafo elige qué mostrar orientando la cámara hacia un sector del campo visible y dejando afuera todo lo demás. También tiene a su disposición las diferentes técnicas que le ofrece el cine para transparentar el dispositivo y presentar su discurso como si fuera la realidad misma.

Una peli bastante ochentosa
     La película La Tierra (estrenada el 22 de abril de 2007 en el marco de las celebraciones por el Día de la Tierra[1] justamente), dirigida por Alastar Fotherhill y Marck Linfield (responsables de la miniserie Planet Hearth[2]), con producción de Disney para su sello Disneynature, nos muestra la vida silvestre al estilo de los documentales que se emitían en los 80s por Canal 13, en ciclos como Planeta Tierra y La aventura del Hombre: básicamente, imágenes de animales en su ambiente natural, acompañadas por una voz en off, con el ocultamiento obsesivo del aparato técnico. Estas películas llegaron a ser tan populares que para muchos de nosotros la palabra “documental” estará siempre irremediablemente asociada a la imagen de un tigre devorando un ciervo en la copa de un árbol.
     La Tierra nos muestra la lucha por la supervivencia de algunos grupos de animales a lo largo de todo el planeta: una osa polar y sus oseznos en el Ártico, una ballena con su cría en el mar y una manada de elefantes en la sabana africana, incluyendo brevemente, algunas otras especies que conviven con ellos. Las imágenes (y los sonidos) son sencillamente alucinantes. Todas las escenas gozan de una calidad fotográfica impecable: las panorámicas con paisajes deslumbrantes, los planos de bandadas de aves de dimensiones descomunales, los cenitales[3] de las manadas que cruzan la selva y principalmente las secuencias de las ballenas, son probablemente lo mejor que se halla visto hasta el momento en este tipo de realizaciones.
     Pero, una vez terminada la fascinación (y la película) notamos que en esta Tierra no hay desastres ecológicos, especies en peligro de extinción, ni seres humanos. Apenas se hace referencia brevísimamente al derretimiento de los hielos, atribuyéndoselo al calentamiento global, y a la reducción de las zonas boscosas porque fueron las más preferidas por los seres humanos para poblar. Un extraterrestre creería que somos microscópicos o invisibles.

Las imágenes y las palabras
     Las imágenes están acompañadas por la voz de un locutor. En la versión original es James Earl Jones[4], en la versión en castellano para Argentina es Agustín Pichot (¡!)[5]. Por momentos se siente nostalgia del fallecido Mario Graso (presentador de La aventura del hombre) y de Ernesto Frith[6], (el locutor de la voz grave llegó a ser muchísimo más célebre que su nombre).
     Suele decirse que “una imagen vale más que mil palabras”. Lamentablemente no es así, son las palabras las que dan sentido a lo que vemos. Más allá del valor estético que pueda tener una imagen por sí sola, la foto de un objeto, un lugar o una persona solo cobran sentido cuando tenemos la información de eso que estamos viendo. El retrato de un desconocido es el retrato de nadie, hasta que averiguamos su identidad. Hace algún tiempo la revista Noticias protagonizó un vergonzoso papelón al divulgar en la tapa la foto de una persona que presentaban como el hijo del presidente (de aquel entonces). El error se descubrió, solo cuando alguien que conocía a las personas en cuestión, salió a desmentir el dato (información que no puede transmitir la imagen). Es por este motivo que las fotografías son tan manipulables y necesitan generalmente, estar acompañadas de un epígrafe. Con las imágenes en movimiento ocurre algo similar: en el cine mudo, una película podía pasar de trágica a cómica con solo cambiar el contenido de los ínter títulos o según el antojo del comentador[7].
     En La Tierra es probable que no veamos dos veces el mismo oso, pero el locutor (y el montaje) fingen que sí y, como todos los osos se parecen, no tenemos más remedio que creerle. La narración nos cuenta que “papá” oso se perdió buscando alimento y por eso anda vagando solo, entre bloques de hielo a varios kilómetros de “mamá” osa y sus “hijitos”. Pero según otros documentales, los osos (al igual que otras especies como el tigre) no se agrupan en familias “tipo” como hacemos los seres humanos en el occidente moderno, si no que el macho se acerca a la hembra para procrear, sin enterarse jamás de que es padre de unos hermosos cachorritos, a lo cuales devorará sin ningún miramiento, luego de atacar a su ex esposa, en el caso de que la comida escasee y vuelvan a verse alguna vez en su vida.
     En cuanto a “mamá” ballena, del “padre” no se tienen ni noticias (dios libre y guarde). Los elefantes, por su lado, se agrupan en manadas sin líderes y todos los adultos se hacen cargo, indistintamente, de todas las crías, pero el narrador sigue viendo “papás” y “mamás” por todos lados. Esta identificación constante de la vida silvestre con la cultura occidental, llega a extremos irritantes cuando se asimila a un grupo de delfines que marchan ágil y velozmente, con ¡el tránsito de una ciudad en hora pico!
     La película tampoco está libre del típico maniqueísmo del cine estadounidense. Aunque en esta oportunidad, en una forma leve y sutil. Mediante el procedimiento de tomar a un animalito simpático y generalmente herbívoro como punto de focalización (la cámara lo sigue haciendo que nos identifiquemos con él) se convierte al depredador carnívoro en el “malo”. Sentimos pena por la cría de gacela apresada por un chita y por los elefantes atacados por los leones, salvo excepciones como el caso de “papá” oso, cuando en una de las escenas finales ataca a un grupo de morsas, deseamos que tenga éxito: conocemos demasiado su situación desesperada, que sin embargo no es distinta a la de los otros depredadores. El mensaje sería más o menos este: yo soy el bueno, “el lindo”, el otro es el malo, el “feo”, un mal necesario en el equilibrio ecológico. Por eso no se nos entretiene demasiado con las focas, no sería bueno que nos encariñáramos mucho, antes de verlas despedazadas por el tiburón[8].

La naturaleza clásica
     Una de las peores elecciones que tomaron los realizadores es haber dejado de lado completamente al ser humano y su interacción con la vida silvestre. Nos muestran una naturaleza “pura” y “limpia”. No hay una hoja de árbol o una brizna de hierba que desentonen con el resto de la “escenografía”: es una naturaleza idealizada casi aséptica, cortada y amputada, pero se nos muestra dando una impresión de completud, tanto es así que el título de la obra es La Tierra.[9] Lo malo de todo esto es que nos deja la sensación de que el ser humano es lo “otro”, lo “opuesto” al mundo silvestre; de que no formamos parte de ese mundo, de que nuestro único lugar es la gran urbe y que fuera de ahí no podemos existir. Más allá de las intenciones ambientalistas de los realizadores[10], es muy difícil querer como propio algo que se nos muestra tan ajeno.
     El estilo clásico, en cine, fue desarrollado en los últimos quince años del período mudo y prolongado hasta nuestros días fundamentalmente por Hollywood. Uno de sus elementos fundamentales es el concepto de “transparencia” que consiste básicamente, en una serie de reglas destinadas a ocultar el aparato cinematográfico. El propósito es convertir a la pantalla en una ventana a otra realidad, en una mirilla que nos permite ver los hechos desde un ángulo privilegiado y unívoco: lo que vemos es lo que ocurre y no hay otra verdad sobre eso que ocurre. Sin embargo, todo lo que hay en la pantalla es una construcción artificial en la que se cuida obsesivamente hasta el último detalle: vestuario, escenografía, iluminación, sonido, montaje, etcétera. En un documental se trabaja sobre los ángulos, encuadres, movimientos de cámara, el montaje (por supuesto) y la narración que acompaña a las imágenes. En este caso, la obsesiva exclusión de cualquier cosa que tenga que ver con el ser humano, deja en claro un hábil trabajo de encuadre (por lo menos en las zonas boscosas y tropicales).
     Por el contrario, muchos documentalistas rompen con la transparencia, a veces, desde el principio mismo de la obra, mostrando el aparato de producción, lo que suele llamarse “puesta en abismo”. El artificio se puede evidenciar de diferentes maneras, desde la aparición en el cuadro de partes del aparato de filmación, hasta una simple mirada a cámara (lo que hacía el extinto Cazador de Cocodrilos).
     Los créditos finales están acompañados con escenas del making of ¡De repente aparecieron los seres humanos! Estaban ahí mismo, detrás de las cámaras, a metros de los animales que retrataban. Pero ya es demasiado tarde y la puesta en abismo quedó hábilmente fuera del discurso, dando la impresión de que están ahí solo para que no pensemos que estamos viendo un documental de hace veinte años[11].

     Hay dos características básicas de las producciones Disney a lo largo de toda su historia (con rarísimas excepciones): una impactante calidad visual puesta al servicio de un discurso ultra conservador, que algunas décadas atrás podría estar más o menos acorde con el momento pero hoy en día es decididamente retrógrado. Pretender hacer una reproducción de la realidad, ocultando el exhaustivo trabajo de manipulación (un viejo truco del cine clásico), es algo, ya pasado de moda. La Tierra es una película hecha para generar conciencia ecológica pero ¿puede una obra como esta generar conciencia? Y además ¿cómo se puede generar conciencia en un público (el consumidor típico de los productos Disney) que quedó demasiado traumado con el drama de Bamby y ya no quiere experiencias tan fuertes?

Bibliografía (marco teórico)
AUMONT, J.; BERGALA, A.; MARIE, M.; VERNET, M.: “El filme como representación visual y sonora”, “El montaje” en Estética del cine.
BORDWEL, D.: “La narración clásica”, “El espacio en el cine clásico” en El cine clásico de Hollywood.
CASETTI, F.: “La figura del espectador” en El film y su espectador.
GAUDREAULT; JOST, F.: “El punto de vista” en El relato cinematográfico.
METZ, C.: “Cuatro pasos en las nubes” en La enunciación impersonal.





[1] Impulsado por el senador norteamericano Gaylor Nelson, se celebra en alrededor de ciento setenta países.
[2] Ver nota 10.
[3] Plano que retrata a los objetos desde arriba, en forma vertical. También se conoce como “ojo de águila”.
[4] Actor estadounidense. Por su tono grave y claro hizo muchos trabajos de locución y puso su voz a varios personajes animados.
[5] Capitán de los Pumas. Afortunadamente no se sabe de ningún locutor al que se le haya ocurrido integrar la selección nacional de rugby.
[6] Uno de los más grandes locutores argentinos. En los 80s y los 90s puso su voz a El Show de Benny Hill, Readio Continental, ATC, Héroes (La película sobre el mundial ’86), la ya menciona La Aventura del Hombre y una interminable lista de cortos publicitarios.
[7] En la época del mudo, muchos cines contaban con la presencia de un comentador que presentaba el film y narraba sobre las imágenes.
[8] Recursos como la distanciación y el extrañamiento, tan antiguos como la Tragedia Griega, estudiados y refuncionalizados por B. Brecht, tienen como objetivo evitar la identificación por parte del espectador.
[9] Como no muchas veces ocurre, coincide con el título de la edición original: Earth.
[10] “Disneynature es un concepto que pretendemos desarrollar en todo el mundo a lo largo de los años y esperamos que estos filmes contribuyan a una mejor comprensión de la belleza y fragilidad de nuestro mundo natural” (Robert Iger, presidente de Walt Disney, extraído de     www.hoycinema.com/actualidad/noticias).
[11] La Tierra no es ni más ni menos que una reducción a 100 minutos aproximadamente de la serie Planet Earth que, libre de la mano de Disney (solo está producida por BBC y Discobery Channel), no se priva de mostrar escenas con humanos, de mencionar problemas ecológicos ni de interpretaciones mucho menos melodramáticas de las imágenes. Estas partes, claro está, quedaron fuera del resumen. 

DEJANDO ATRÁS LOS VÍNCULOS DE MIERDA: EL MUNDO FRENTE A MÍ
(publicada en AYA FANZIN)

Free cinema
   La década del ’60 fue una época muy particular para la historia del cine. A lo largo de todo el mundo surgieron movimientos de ruptura, por un lado, contra el cine clásico, representado principalmente por Hollywood, por otro lado, contra las cinematografías propias de cada país, alineadas en mayor o menor medida bajo los preceptos del clasicismo, la tradición de la calidad y la industria. Luego del neorrealismo italiano, surgido en la segunda posguerra, ya nada volvería a ser lo mismo. En el año 1959, con Los cuatrocientos golpes (F. Truffaut, 1959) queda inaugurada la Nouvelle Vague en Francia, el más conocido de todos estos movimientos. Mucho menos difundido comparativamente fue el Free Cinema inglés, igualmente importante que el anterior y con muchos puntos en común, como las influencias del neorrealismo, el enfrentamiento al cine de calidad y las políticas de apoyo estatal de la que se beneficiaron.
   Entre los rasgos particulares que caracterizan al Free Cinema, en líneas generales, están la fuerte crítica social, (que también tiene la Nouvelle Vague pero en menor medida) y el haberse nutrido de la importante vanguardia teatral de la que tomó autores, actores y directores.

La soledad del corredor de fondo
En nuestra familia siempre hemos corrido. Especialmente para huir de la policía. Es difícil de entender. Solo se que hay que correr. Sin saber porqué, por el campo y el bosque. Y ser el ganador no es el final. Aunque la gente anime hasta quedarse tonta. Así es la soledad del corredor de fondo.

   El mundo frente a mí (The loneliness of the long distance runner, Tony Richardson, 1962) también conocida como La soledad del corredor de fondo, es una de las principales obras del Free Cinema y del cine británico. La acción arranca en el punto en que un adolescente (Smith) es llevado a un reformatorio. Allí debe someterse a la estricta disciplina de trabajos y deportes. El director descubre rápidamente sus dotes para el atletismo y lo elige para que represente al reformatorio (Ruxton Towers) en una competencia contra un colegio privado, que considera de máxima importancia para la institución. Smith decide colaborar: entrena duro, mejora su comportamiento, finge ser un buen muchacho y se va ganando la confianza del director.
   Por medio de flash backs conocemos la vida del protagonista hasta ser atrapado: roba un auto junto a un amigo y se levantan las dos chicas que serán sus novias. Muere su padre, de una enfermedad aparentemente causada por su trabajo, su madre (con la que no se lleva muy bien) trae a la casa a su amante (con quién se lleva aún peor). La vida se va tornando gris y sin sentido: lo que más fastidia al chico es la perspectiva de trabajar para enriquecer a otro y terminar como su padre. Una noche, vagueando con su amigo encuentran la ventana avienta de una panadería. Roba una caja con plata. Al tiempo, la policía lo considera sospechoso y no le quita los ojos de encima hasta que da con el botín. El resto es conocido.
   Una de las principales características de las cinematografías de los ’60, es la de poner en evidencia la ficción y el dispositivo técnico (contrariamente al cine clásico que busca la “transparencia” al máximo). En El mundo… hay partes en que el movimiento se acelera: cuando se desvisten para ponerse los uniformes, cuando los dos amigos se suben al auto robado, cuando silencian el televisor en el momento en que un político da un discurso de lo más autoritario y fascista: el efecto ridiculiza. El momento en que la familia sale de compras con el dinero de la indemnización está mostrado como si fuera una publicidad televisiva.
   Estos recursos enriquecen el relato, lo “abren” para que el espectador saque sus propias conclusiones. Como los juegos de alternancias que hace el montaje entre dos o más escenas. En el primer flash back, el barrio de Smith se confunde con el reformatorio, solo después de unos segundos advertimos que es otro lugar y otro tiempo. La secuencia de la varieté que dan en al Ruxton para entretener a los internos (un espectáculo patético con un imitador de pájaros, dos tristes cantantes de ópera y un cura dando un sermón) termina con los muchachos entonando un himno, momento que se alterna con las imágenes de la golpiza que recibe un interno recapturado. En la secuencia final, las peores escenas de la vida del protagonista se mezclan vertiginosamente con las imágenes de la carrera, en un clímax in crescendo que se resuelve cuando el “vencedor” llega a la meta. El maltrato de la policía, la muerte se su padre, las discusiones con la madre, el irritante interrogatorio del psicólogo, las ridículas propagandas de televisión, las peleas con la pareja de la madre, las cretinadas del director: “Es nuestra política llevar a un chico a una situación difícil y observar su reacción. Al presionarle se sabe cuanto vale”, “Mi obsesión es que gane el trofeo para todos nosotros”, toda la gente gritando enloquecida en la meta… Es el momento justo para dar el golpe. Y lo da. Contrariamente a los héroes de otras películas del género, Smith es una víctima que responde, que se cobra su venganza aunque ello signifique algunas semanas más de reclusión. La obra concluye con un fragmento el himno entonado:


Tráeme mi carro de fuego. No cejaré en mi lucha mental, ni nunca mi espada dormirá en mi mano, hasta que hallamos levantado Jerusalem en la verde y placentera tierra de Inglaterra.o mismo del neorrealismo italiano, surgido en la segunda posguerra, ya nada voverr o menor medida bajo los preceptos del clasisismo,ndo surgieron movimientos de ruptura, por un lado, contr

PATTI TE QUIERO
(publicada en AYA FANZIN)

     ¿Por qué me gustará tanto Patti Smith? Fui a verla cuando tocó en el Club Ciudad de Buenos Aires en noviembre del 2006. En un momento de silencio entre tema y tema le grité con todas mis fuerzas ¡¡AGUANTE!! Yo estaba cerca del escenario y me escuchó ¡Sí, juro que me escuchó! Ella estaba de espaldas, acomodándose la guitarra y giró la cabeza con un gesto hacia el público como recibiendo un piropo. Es improbable que me haya visto, no voy a pretender convencer a nadie de eso, pero me reservo la duda para mi. El show duró alrededor de cuarenta y cinco minutos, demasiado poco para cualquier fan (y para lo caras que están las entradas después del uch noviembre de 20072001), sin embargo, ese gesto compensó todo (además del alucinante concierto con el que los Beasty Boys cerraron el festival).
     Patti nació en 1946 en North Side, Chicago. Luego de vivir unos años en Pensilvania su familia se muda al sur de Nueva Jersey. A los veinte años, después de tener a su primera hija que da en adopción, decide partir a Nueva York en busca de las oportunidades para dedicarse al arte que su ciudad nunca le podría dar. En Manhattan conoce a Robert Mappelthorpe con quién tendrá una intensa relación. Consigue trabajo en una librería, escribe poesía y reseñas de discos para algunas revistas. Cuando se mudan al Hotel Chelsea empiezan a relacionarse con muchísimas figuras del arte de aquel momento. Participa en obras de teatro y recita poesía por primera vez en el ciclo The Poetry Proyect en febrero de 1971 acompañada por Lenny Kaye en guitarra. En abril estrena Cowboy mouth, una obra de teatro que escribe y actúa junto a Sam Shepard. Publica Kodak, su primer poemario, a los que seguirán Seventh Heaven (), Witt (1972), Babel (1979), Woolgathering (1993), el libro de cuentos The Coral Sea (1996), Auguries of Inocente ().
     En el ‘74 comienza a cantar y a formar su banda, primero como trío con Lenny Kaye en guitarra y Richard Sohl en teclado, a los que se sumarán Ivan Kral en segunda guitarra y Jay Dee Daugherty en batería. Graban Horses el primer LP en septiembre del ’75 con la mítica tapa de Mappelthorpe. Luego vendrán Radio Etiopía (1976), Easter (1978), Wave (1979). Más tarde se muda a Detroit con Frederic Smith (con quién se casará y tendrá dos hijos) desapareciendo de la escena musical hasta 1988 cuando reaparece con el quinto disco Dream of Life. Al año siguiente muere Mappelthorpe, la primera de una seguidilla de muertes de personas cercanas que continuará con la de Richard Sohl en 1990 y las de su esposo y su hermano en 1994. Dos años después saca Gone Again (el sexto álbum).

Éramos tan jóvenes

     Hace un par de meses salió Just Kids, editado en castellano como Eramos unos niños, un libro autobiográfico que se centra en su relación con Mappelthorpe y los comienzos de los dos en el mundo del arte. Esta obra no solo es un (auto) retrato de una artista genial y su pareja, sino también el de una época y un país muy particulares.
     Lo primero que sorprende es la inmensa cantidad de celebridades de todo tipo con la que se cruzó en la Nuva York de fines de los 60s. Hay un constante desfile de músicos como Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Allen Lainer, Jefferson Airplane, Kris Kristofferson, Lou Reed; artista plásticos como Andy Warhol y toda su troupe de la Factoría; poetas y escritores: Allen Ginsberg, William Burroughs, Tom Wolf, por nombrar solo a los más conocidos. Patti nos presenta también a sus ídolos admirados: Jan Genet, Arthur Rimbaud, John Coltraine, etcétera, cómo los conoció y cómo influyeron en su vida. Con frecuencia encuentra en fechas, lugares u otros detalles, señales de buen o mal augurio (generalmente de bueno): nacer un lunes, igual que Mappelthorpe; encontrar un bolso en una cabina de teléfonos con el dinero que le permitirá comprar el pasaje a Nueva York; debutar recitando poesía una noche de luna llena y en el cumpleaños de B. Brecha…
     Montones de lugares por dónde pasa se relacionan con alguna personalidad: se mudan en frente del departamento de John Lennon y Yoko Ono; el Hotel Chelsea, donde vivieron un tiempo, era uno de los preferidos de la bohemia neoyorquina y a los personajes que los frecuentaban por aquel entonces como W. Burroughs, Arthur C. Clark, se sumaban los que lo habían frecuentado antes: Oscar Wilde, Dylan Thomas, Bob Dylan, Tom Wolf. Otro lugar protagónico era el Max’s Kansas City, el bar predilecto de los integrantes de la Factoría: “funcionaba de una forma muy similar a un instituto, con la diferencia de que las personas populares no eran los animadores ni los ases del fútbol y la reina del baile seguro que sería un hombre, vestido de mujer, más femenino que la mayoría de las mujeres”.
     Contrariamente a la imagen de Estados Unidos que nos quieren vender Hollywood, ciertos sectores del progresismo, de la derecha, de la farándula y el periodismo mediático, que ven en el “gran país del norte” la tierra de las oportunidades, la justicia y la riqueza, Éramos unos niños muestra otra faceta de Norteamérica: la de la desigualdad social, la desprotección, el racismo y la inseguridad. La historia de Patti es la de muchos que dejan un pueblo aburrido, sin futuro, huyendo de la desocupación y la pobreza: “Sentí una punzada de dolor al abandonar aquella ciudad en aprietos, pero allí no había trabajo para mí. Iban a cerrar el astillero y pronto todo el mundo estaría buscando trabajo”, para caer en una ciudad superpoblada, dominada por el exitismo y la ostentación, donde los derrotados superan por mucho la cantidad de los que triunfan “Muchos no sobrevivirían (…) Otros sucumbieron a las drogas y a los infortunios. Derribados a un paso del estrellato que tanto anhelaban, estrellas deslustradas caídas del cielo”. Para no hablar de los asesinatos, los secuestros y los robos…

     En fin, poeta, cantante, escritora, grabó un puñado de discos excelentes. Cronista lúcida, crítica de la sociedad y la política yankis, a los 64 años no disimula sus canas ni sus arruagas, siempre se mantuvo al margen de la frivolidad y las imposturas del mundo del rock… Ya se por qué me gusta tanto Patti Smith.